Desahogo

Yo sé que el día es cíclico, tal como la vida, y que a pesar de la oscuridad de la noche, al día siguiente saldrá el Sol. Pero lo que me abruma está ahí igual. Quizás mañana no esté, pero en este exacto momento, está, así que pretendo sacarlo, aunque sea por este medio.

Hoy me siento débil. Pero sé que soy fuerte. ¿Cómo es eso? Pues que a pesar de la fuerza que creo que he criado dentro de mí, me duele sentir que no es suficiente. Cuando crees que has dado lo mejor de ti, cuando no sabes donde estuvo el error, cuando lo que sientes es completamente puro y tienes la verdadera intención de que todo lo que esté en tus manos esté bien, y más aún, cuando sientes que tienes la capacidad de que eso sea así… la vida exige un poco más.

Cada vez que he caído en alguna oscuridad, me he dado cuenta de que siempre hay segundas oportunidades, y que nada se pierde absolutamente. “Incluso las derrotas son victorias, desde otro punto de vista”, solía repetirme a mí mismo cuando más pequeño, y creo que ya lo internalicé. Pero es tan difícil mantenerse de pie siempre, levantarse cada día…

Las personas nos complicamos demasiado para vivir. Enraizamos cosas que creemos seguras en un momento, pero que luego se transforman en la semilla de nuestras propias complejidades, de las que no podemos salir. Quedamos atrapados por nosotros mismos, pero cerramos la posibilidad a que alguien nos tome de la mano, y nos ayude a salir de cualquier pozo en el que podamos caer. Construimos líneas y barreras que nos separan, para resistir solos, para que nada nos toque.

Pero hay personas que deben tocarnos. No lo sabemos, pero cada ser humano que hay allá afuera es un montón de posibilidades, un potencial ilimitado de vidas que se pueden construir, con tal de que simplemente a alguien le dejemos tocar un poco más adentro de nuestra alma.

Hay que abrir los ojos para levantarse cada vez que caes. Sólo así aprecias la belleza de lo que hay afuera, y sólo por eso eres capaz de seguir adelante a pesar del cansancio y las dificultades. Y con los ojos abiertos es la única posibilidad de que alguien distinto, de esas personas que no pasan, y que tocan el corazón, te mire a los ojos y te diga con sinceridad: “No tengas miedo. Todo estará bien”.

No. El miedo estará ahí siempre, pero no nos puede superar. Podemos enfrentarlo uno a uno, o juntos. Pero no nos puede superar, porque hay emociones más fuertes, y porque somos mucho más que solo un alma en un cuerpo. Podemos dejar caer esos muros que construimos, y no perder la ciudad que protegemos; podemos y debemos ser libres al sentir, porque es casi la única libertad que nos queda.

A veces pienso que la vida está invertida. Qué aquellos que merecen más, tocan menos, y que quienes hacen más para ganarse algo, reciben menos. Y más allá de lo que las religiones digan acerca de los últimos y los primeros, es difícil. Hablemos en términos humanos: incluso yo, que he sido afortunado con mi vida, noto que a veces la carga es más grande que las fuerzas. ¿Cuánta gente hay allá afuera que sufre quinientas veces más que yo? ¿Cómo hacen para seguir?

Comprendo a quienes no siguen. Por eso es que muchos no lo hacen. No los culpo. Pero yo ya me predispuse a hacerlo siempre. Por eso es que me siento más fuerte que antes. Ni siquiera se me pasa por la mente no seguir. No más complicaciones innecesarias. Mis conclusiones son mucho más simples y directas ahora, y ese es el camino que pretendo seguir, porque es el que veo me permite ver más claro, el que me satisface y el que me hace sentir mejor que nunca antes.

Necesitaba escribir esto, desahogarme con palabras inconexas. Siento que muchas de estas cosas ya las he dicho y escrito antes, pero necesito sacarlas de adentro una vez más, porque a veces me abruman. Que esto me sirva para levantarme una vez más, y vivir mi enésima segunda oportunidad.

Una canción que se me viene a la mente mientras escribo esto:


Shinedown - "Second Chance"


“I've done the best I can”

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